El amor nos salva de la vida.
Como dijo Pablo Neruda, si nada nos salva de la muerte al menos que el amor nos salve de la vida. Y me gusta para usarlo como lema, sobre todo estos años de pandemia e incertidumbre, en donde muchos tristemente no se han salvado de la muerte, pero quienes aquí seguimos podemos elegir que el amor nos salve de la vida.
Una vida que se ve muy diferente quizá a como la veíamos antes, una vida a la que probablemente ahora le falta gente que amamos, le faltan reuniones, trabajo y se ve un poco nublada de esperanza.
Hoy ponemos fotos en altares de quien menos nos imaginábamos, grandes, chicos y jóvenes, con la intención de recordarlos y mantenerlos vivos en memorias. Les dejamos su comida y bebida favorita, flores y postres y hoy volverán entusiasmados a tomar cada detalle que les dejamos pero seguramente si pudieran nos dejarían una nota de vuelta, una nota que nos pediría algunas cosas:
Lo primero sería que los recordemos con amor, que si las lagrimas salen de nuestros ojos sean por extrañarlos pero también por el profundo agradecimiento de haberlos conocido, porque echarlos tanto de menos es consecuencia de momentos increíbles que vivimos con ellos.

Nos pedirían que vivamos sin miedo, que cumplamos cada cosa que nos proponemos, que cada lección de vida que nos enseñaron la sigamos practicando y que en su honor sigamos descubriendo lo hermoso que podemos ver de la vida, que elijamos escuchar la bondad del mundo, aunque el mal haga mas ruido.
Si hubiera llamadas desde el cielo, nos marcarían para pedirnos también, que sigamos viviendo desde el bien, que vale la pena hacerlo porque sólo así trascenderemos en la eternidad, que aunque a veces sea difícil sernos fieles a nosotros mismos, vale la pena cada esfuerzo para llegar a encontrarnos con nuestra alma y volar libres por siempre.
Nos dirían que no temamos, que ellos no se fueron, simplemente se nos adelantaron a un lugar hermoso, en donde ya no duele, en donde ya no se sufre, en donde la belleza es infinita y es un sitio a donde estamos todos destinados a ir, nos afirmarían que nos volveremos a encontrar y sus ojos llenos de paz, nos transmitirían la misma calma, para seguir viviendo desde el amor, luchando por el bien, manteniendo viva la fe y la esperanza y esforzándonos en ser mejores y hacer de la tierra un mejor lugar, el tiempo que nos toque estar en ella. Pues un día nuestra foto también estará en algún altar y podremos verlo todo desde el otro lado y ahí podremos demostrar que el alma no muere, solo migra a un lugar que nuestra capacidad humana no es capaz de entender pero que está repleto de amor y bondad, mientras tanto dejemos que el amor nos salve de la vida, para que el día que llegue nuestra vida podamos decir que cada día valió la pena.
Marycruz Alfaro