ME SONABA MUY LEJANO

Me sonaba muy lejano cuando mis papás me platicaban que alguna vez en sus épocas México tembló. Parecía un cuento, una película, una anécdota más. Y recuerdo, que podían pasarse horas hablando de aquel temblor, diciéndome la cantidad de edificios que se cayeron y las muertes que presenciaron, se les ponía la piel chinita al contarme lo que se vivió en ese momento y como después de eso el pueblo se unió. Pero en mi no causaba el mismo efecto pues a mí me sonaba muy lejano.
Y es que el amor que ellos sentían por este país era un poco más fuerte del que yo experimentaba por el mismo, pues me bastaba vivirlo. Necesitaba temblar con mis tierras para poder entenderlo. Ponerme en sus zapatos y experimentarlo en primera persona, para que por encima de los juicios de un país “corrupto, conformista, e inseguro” pudiera entender que vivo en una nación solidaria, optimista y generosa.
Lo presencié entonces… Y ahora tengo la capacidad de darle sentido a un himno que he cantado desde que hablo, pero que jamás había significado tanto; Pues entiendo ahora que es verdad y que a a esta patria, el cielo; un soldado en cada hijo le dio. Porque desde que tengo memoria ni el fútbol, ni las marchas, ni cualquier logro vivido, había interrumpido la rutina de tantos mexicanos para dejar lo que están haciendo y ponerse a trabajar todos juntos.
Porque es aquí cuando ya no existen clases sociales, ni creencias, ni etiquetas, somos todos la misma sangre y el mismo corazón. Y ya no lo veo lejano, lo estoy viendo frente a mis ojos. Y así como a mi me contaban mis papás, yo sé lo contaré a mis hijos; Con tristeza de haber perdido a muchos pero con fe de habernos unido tanto. México se cayó como hace 32 años, pero así como el 19 de septiembre de 1985; México se está levantando. No solo se están reconstruyendo cosas materiales, está renaciendo el orgullo de poder llamarse mexicano, de poder decirle al mundo que no hay país con la empatía de México.
El día de hoy tras lagrimas, impotencia y pánico; Comienza una lucha…Y sabemos que esta lucha no acabará pronto, estamos conscientes que para levantarnos se necesita mucho esfuerzo. Pues cuando terminen los centros de acopio, las cadenas de oración o los servicios gratuitos por parte de miles de empresas, seguirá habiendo mucho que hacer.
Cuando el cansancio nos empiece a invadir y el desánimo nos quiera volver a tirar será cuando más valga la pena seguir de pie y con la bandera en alto.

Reconstruir algo toma su respectivo tiempo y su respectivo esfuerzo, se debe cuidar y poner correctamente cada ladrillo, el ultimo de ellos con el mismo honor con el que se puso el primero. Que no nos duren unos cuantos días las ganas de ayudar, que esto sea un parte aguas que de ahora en adelante nos haga olvidarnos de las etiquetas y recordar la importancia de cada persona con la que nos encontramos, que no expire ver por el bien de todos, independientemente de nuestras diferencias… Que nos sirva para unirnos como sociedad y que nos sirva también para juzgar menos y amar más.
El mexicano está siendo consciente de lo que se puede lograr cuando trabajamos en equipo y no debe conformarse con menos. No hay que esperar a vivir otro desastre para volvernos a tomar de las manos, a partir de ahora no hay que soltárnoslas mas.
Ese terremoto del que nos hablaban nuestros padres lo veíamos muy lejano. Nos tuvo que tocar verlo de cerca, para ver con el lo capaces que somos y la calidad de país en el que vivimos.