¿TE HAS VUELTO INVISIBLE?
El próximo domingo 4 de junio serán las Elecciones en el Estado de México. Invito a reflexionar bien por quién votar y sobre todo a SALGAN A VOTAR.
Comparto este artículo de:
Dulce María Fernández, sobre "volvernos invisibles"

Así como suena. Así de fuerte. Cuando uno es indiferente se acaba volviendo invisible para los demás. Pierde la sustancia que lo hace hermano, pariente, hijo, amigo, padre, vecino, conciudadano, hijo de la misma patria.
La indiferencia nos vuelve comodinos, indolentes, apáticos, flojos, despreocupados, negligentes, perezosos, distraídos, dejados, fríos e insensibles. En resumen, la indiferencia nos hace egoístas radicales, y nos conduce irremediablemente a la soledad y al vacío.
La indiferencia engendra unas relaciones distantes, poco disfrutables, desequilibradas y con muy poca probabilidad de tener una comunicación asertiva y enriquecedora. Ocasiona un ambiente familiar al que no se antoja pertenecer. Como hábito, la indiferencia nos lleva poco a poco a quedarnos solos, sin parientes, amigos, vecinos y en casos extremos, aunque frecuentes, nos lleva a quedarnos también sin la familia más cercana.
Esto sucede porque el convivir con una persona indiferente, esa a la que todo le da lo mismo, que no sabe o no quiere expresarse y que deja en las manos de los demás la toma de decisiones, agota los recursos internos que tiene un grupo social. Termina siendo la persona del “me vale”, a la que ya no se toma en cuenta para nada. Y es en ese momento cuando se vuelve “el hombre invisible”. (Y que conste que no estamos hablando de una enfermedad como la depresión, por ejemplo.)
Estamos hablando de una mal hábito que se ha ido adueñando de nuestra forma de ser y que nos impide vivir en plenitud, aunque sintamos que estamos muy cómodos y que total, no le hacemos daño a nadie. ¡Qué error tan grande! Poco a poco por tu actitud indiferente, pasarás a ser un ente más, un mueble, un estorbo, una persona sin voz ni voto, que por lo mismo no tiene ya ningún derecho, aunque a ratos lo quieras reclamar.
La sustancia de la que hablábamos al inicio, es aquella cualidad que todos los seres humanos tenemos, y que nos hace ser únicos e irrepetibles.
Es esa parte de nuestra naturaleza que da el “valor agregado” que se requiere para enriquecer a una familia, a una comunidad, a una sociedad. Sin ese “valor agregado”, sin la particularidad que sólo tú puedes aportar, todos estos grupos carecerán de una plenitud, porque les haces falta tú.

Somos seres sociales por naturaleza. El actuar “junto-con-los-otros” se deriva de la misma condición humana y por lo tanto, la participación es una cualidad del ser humano, como nos dice Karol Wojtyla. Sólo participando nos podemos encontrar a nosotros mismos en la experiencia de existir y actuar “junto-con-los-otros”. Solos no podemos alcanzar ninguna meta común.
No podemos permanecer invisibles, ocultos, imperceptibles, microscópicos e inalcanzables. Si nos alejamos de nuestra indiferencia para ejercer nuestra capacidad de ser “actores” de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra comunidad, podremos ser vistos, reconocidos, apreciados, aquilatados, tomados en cuenta, atendidos y evocados, porque estamos participando y aportando lo que desde mi persona sirve para enriquecer al otro y a los otros, es decir a la familia y a la sociedad.
Empecemos pronto, empecemos ya. Salgamos a votar con conocimiento y sin indiferencia. Si no lo hacemos, seremos como siempre, invisibles.
Invisibles, ocultos, escondidos, secretos, misteriosos, imperceptibles, inapreciables, minúsculos, microscópicos, inalcanzables, recónditos.
Visibles, reales, manifiestos, patentes, claros, transparentes, palpable, perceptible, apreciable.
